Ahora que está de moda las expediciones del Sea Sheperd (la organización ambientalista que anda embistiendo barcos balleneros japoneses en la Antártida) y su cruzada anti-sushi, vale la pena hablar un poco sobre la conservación de la ballena gris, que es la que nos toca a los que vivimos por estas hermosas costas de la Baja California Sur y de sus habitantes más grandes (literalmente) y famosos.
Las ballenas grises viven sólo en el Océano Pacífico en el hemisferio norte, hay dos grupos (stocks) o poblaciones, una en la costa asiática y otra en la costa americana. La población de la costa americana es la que nos visita realizando la migración más larga de los mamíferos marinos, ya que migra en primavera a sus sitios de alimentación en el Estrecho de Bering y el Mar de Chukchi cerca del polo norte y regresa a la costa occidental de la Península de Baja California para parir y aparearse.
Durante muchísimos años, hicieron este largo viaje solas y sin ser molestadas por los humanos, pero a mediados del siglo XIX el Capitán Charles Melville Scammon siguió a una ballena gris macho durante su viaje a las lagunas de Baja California Sur por que en ese entonces era cazada por su aceite (que se utilizaba para lámparas principalmente), y descubrió que se reproducía en las lagunas costeras de la Baja California hasta Bahia Magdalena y pronto se convirtió en los sitios predilectos para su caza por grandes flotas balleneras.